miércoles, 10 de marzo de 2010

Días de menta y canela

"[...] Héctor no esperó a que arrancara el conductor para rodearme los hombros con su brazo y atraerme hacia sí. Acabé soldada a su carne forrada de cuero. Recosté la cabeza contra su pecho, que se elevaba y descendía al ritmo impaciente de su respiración.


- No sabes las ganas que tengo de meterme en la cama contigo- me susurró al oído.

-¿Y qué harás en la cama? ¿Dormir y callar, como el ratoncito que quería casarse con la Ratita Presumida?

- ¡Yo seré el Lobo Feroz de Caperucita y te comeré de arriba a abajo!


Como si pretendiera ensayar su papel, me dio un mordisquito en la oreja que yo no apoyaba contra su chaquetón. Nació un hormigueo que desembocó en un rosario de deliciosas convulsiones.


- Pero antes lameré hasta el recoveco más escondido de tu cuerpo- me susurró al oído-. ¿Y sabes qué haré contigo cuando te tenga indefensa entre mis fauces?

- No. Adelántamelo.

-Para abrir boca te besaré en la frente. Muy suavecito. Como hacía con mis hijos cuando se ponían malos de pequeños y quería comprobar si tenían fiebre.

- Te chamuscarás los labios, porque estoy ardiendo como una tea.

-¡Puedes quemarme vivo si quieres, Clara! Y si me abrasas los labios, te acariciaré los párpados con la lengua. Y te haré cosquillitas en esas pestañas tan largas que tienes. Y luego me convertiré en un ratón para roerte los lóbulos de las orejas. Y te morderé en el cuello hasta que no quede ni un milímetro de piel por comerte.

- No deberías decirme estas cosas en un taxi- le recriminé-. Me estás poniendo como una moto y me da vergüenza dar la nota.


[...]


Él suspiró con ese ímpetu de ventiañero que le asaltaba cuando me manoseaba dentro de un taxi. A lo mejor estaba haciendo realidad una de sus fantasías eróticas más recónditas. Héctor murmuró:

- La banda sonora ideal para decirte lo que haré cuando me haya comido tu cuello. ¿Lo quieres saber?


Sin despegar la cabeza de su pecho, la moví un poquito hacia arriba y hacia abajo. Mi pubis ya palpitaba con alas de mariposa y una dulce humedad me empapaba entre las piernas como si se me hubiera escapado el pis.


- Bajaré un poco más- musití Héctor con voz de diablo tentador- y me zamparé esos pezones sonrosaditos que tienes. Primero el izquierdo, luego el derecho. Tienen un gustillo muy dulce, ¿sabes? Igual que las gominolas de mora...

- ¿Y qué harás cuando me hayas comido los pezones?

- Seguiré mi camino hacia el Polo Sur y te besaré el vientre hasta que la lengua se cuele en el valle de tu ombligo. Allí la dejaré descansar un rato. No mucho, porque enseguida la llevaré a escalar el monte de Venus. Y cuando alcance tu pequeño tesoro, sorberé hasta la última gota de ese juguillo que destila y me sabe a gloria bendita. Todo eso haré si me dejas... y mucho más, porque me has rescatado de la grisura donde llevaba años vegetando."




Días de menta y canela
de Carmen Santos.

3 soplos de aire fresco:

Crisis. dijo...

Los días grises deberían desaparecer del calendario... o al menos, tener sólo 12 horas, y que esté permitido pasarlas hecha un ovillo en el nórdico calentito...

Ela dijo...

wow! per como me ha encantado!!
concuerdo con crisis, los dias grises debieran desaparecer del todo!
un beso enorme
y gracias por tus palabras
abrazos

Enzo Quagliarella dijo...

un fresco olor a menta,, me a hecho suspirar,,

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