domingo, 10 de julio de 2011

...cuando solo unos pocos ven *

Siempre me he sentido afortunada porque trabajo en algo que me llena, que me entusiasma, que me entretiene; porque estoy deseando que llegue el lunes y, cuando se acerca el viernes, quiero parar el tiempo; porque me levanto con una sonrisa de oreja a oreja y, aunque tenga un día malo, intento regalar abrazos; porque, aunque trabaje una media de 23 horas diarias, para mí siempre fueron unas "vacaciones pagadas".

Pero ahora... ahora es un infierno, una obligación. Una de las personas que está por encima de mí lo está consiguiendo, no nos entendemos, es falsa como nadie pero solo unos pocos lo vemos (esos pocos de los que ha decidido deshacerse bien rápido con comentarios negativos, con caras largas, con faltas de respeto sutiles). Sí, ya véis lo muy profesional que es...

¡Qué triste que personas dispuestas a trabajar de gratis como los que más ya no quieran volver! ¡qué triste escuchar a quienes años anteriores se desvivían por su trabajo decir que no quieren estar allí! ¡qué triste escuchar a tu jefe afirmar que, mientras funcione y le quite trabajo para él será suficiente, independientemente de la profesionalidad de sus empleados! ¡qué triste que se le justifiquen acciones que a otros se les penaliza y reprocha! ¡qué triste escuchar que "antes que los niños van los monitores" y que "allí no estamos para educar, sino para divertir"!

Me niego: soy educadora, maestra, monitora, amiga, compañera; no soy un payaso ni un títere a quien manejar a su antojo. Se acabó, aunque me pese, hasta que mi jefe abra los ojos y esa mala pécora abandone su puesto de trabajo.

0 soplos de aire fresco:

Publicar un comentario